Eran las 14.30 horas del jueves 19 de junio y mientras muchos se encontraban dispuestos a ver el auspicioso enfrentamiento de Uruguay versus Inglaterra, por la Copa del Mundo Brasil 2014 -mientras otros aún celebraban el triunfo de la selección chilena sobre el elenco español-, en el norte de Chile se iniciaba la tronadura de la cima del cerro Armazones, montaña ubicada a 3.000 metros de altura, en la Región de Antofagasta.
¿Para qué se preguntarán? Se necesitaba desintegrar cerca de 5.000 metros cúbicos de roca para aplanar y comenzar la construcción de uno de los proyectos astronómicos más grandes del mundo. Estamos hablando del Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT, por sus siglas en inglés), a cargo del Observatorio Europeo Austral (ESO).
Surge el desafío de que el actual y los futuros gobiernos sean capaces de impulsar desde la secundaria una formación educacional en esta área, con el fin de satisfacer la demanda futura de capital humano
Su instalación, que se espera se extienda por alrededor de diez años, considera un espejo de 39,3 metros que estará compuesto de unos 1.000 segmentos hexagonales de alrededor de 1,4 metros de ancho y 5 cm de grosor. Esto significa que el "ojo del telescopio" tendrá el diámetro de la mitad de la longitud de una cancha de fútbol y podrá captar 15 veces más luz que otros que realizan las mismas operaciones en la actualidad.
¿Pero qué significa esto para un país con 17 millones de habitantes? Esta nueva herramienta viene a reafirmar la importancia de Chile en materia astronómica. Según los expertos, el país sudamericano posee cielos que tendrían el mejor balance de calidad en todos los aspectos.
Esto se reafirma con otros tantos telescopios de gran envergadura que se encuentran en Chile, como ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), ubicado en el Llano de Chajnantor, a 5.000 metros de altitud, en el norte del país, proyecto que hace poco completó las 66 antenas de alta precisión que considera el desarrollo de su fase inicial. Sin embargo, es importante destacar que esta avanzada ha sido posible gracias al rol que ha jugado el Estado en esta materia. Y es que el abrir las puertas, o más bien los cielos, ha servido para atraer nuevos capitales extranjeros que a su vez sirven como palanca para convertir al turismo chileno en un panorama muy promisorio: albergar en 2020 el 70% de la capacidad de observación astronómica del planeta.
A partir de ello es que surge el desafío de que el actual y los futuros gobiernos sean capaces de impulsar desde la secundaria una formación educacional en esta área, con el fin de satisfacer la demanda futura de capital humano de estos centros de operaciones, a través de especialistas y/o profesionales nacionales capaces de cohabitar con científicos de otros países que apoyen investigaciones en pro de la ciencia nacional y mundial.
Hoy todas las miradas están centradas en el norte de nuestro país y nos enorgullecemos de sus bondades naturales. Pero si no somos conscientes del relevante y codiciado recurso natural que tenemos, y no se hacen las inversiones necesarias en educación, ninguna tronadura, antena ni espejo tendrá justificación, porque sólo podremos disfrutarlas desde la galería.