Las elecciones del próximo domingo ponen a prueba a Hugo Chávez. ¿Cómo actuará ante el fortalecimiento de la oposición? Si pierde frente al candidato único de la oposición, Henrique Capriles, ¿aceptará su derrota?

Todo parece indicar que la respuesta es un rotundo “no”. Durante la campaña, quien ha sido presidente de Venezuela desde 1999 ha dicho que las alternativas son él o la guerra civil.

El odio con el que se expresa en contra de Henrique Capriles no tiene desperdicio: “El mediocre es la nada, no tiene ni ideas, ése no sirve ni para alcalde de nada, de nada, lo cargan disfrazadito, pero ya se le cayó la máscara completamente”, ha dicho Chávez.

Es precisamente esa virulencia la que hace pensar que Chávez tiene miedo de no ganar la oportunidad de reelegirse, ahora por cuarta ocasión.

Y es precisamente esa virulencia la que hace pensar que Chávez tiene miedo de no ganar la oportunidad de reelegirse, ahora por cuarta ocasión. Las encuestas de opinión no sirven en Venezuela. Casi todas están compradas por el gobierno. Por ello le dan desde diez o más puntos de ventaja sobre Capriles.

Lo que definirá el resultado del domingo parece estar en dos factores: en los miles de venezolanos que aún están indecisos y en otros tantos que responden que votarán por Chávez por miedo, pero que en realidad votarán por Capriles.

Si esos dos tantos de venezolanos son un número suficiente, Chávez podría enfrentar su primera derrota en las urnas presidenciales este domingo y la pregunta será: ¿cómo responderá?

Es evidente que Venezuela hoy no es una democracia. Que el presidente siente que el país es suyo y que no aceptará dejar el poder sólo porque algunos cuantos “traidores de la revolución bolivariana” así lo quieran.

Chávez, al verse acorralado ahora por una oposición unida por primera vez detrás de un solo candidato, quiere infundir miedo entre los ciudadanos para evitar que salgan a votar por Capriles.

Ese juego es uno que le gusta a Chávez y le sale bien. Así lo hizo cuando un grupo de venezolanos entregó una carta con firmas solicitando un referéndum revocatorio en contra del Presidente. Chávez obtuvo la lista con los datos de los firmantes y comenzó una cacería de brujas en contra de quienes osaron pedir que saliera del poder.

Chávez, como ha dicho un editorial de El País en estos días, sabe que la estrategia de la tensión máxima, del temor a la inestabilidad, juega a su favor, porque moviliza a sus seguidores e infunde el miedo entre sus detractores.

Así, el presidente trata de mostrarse contento y bailarín, a pesar de su enfermedad, llenando las calles con imágenes suyas de hace seis años, cuando aún tenía cabello y la cara no estaba abotagada por la cortisona. No obstante, tiene al país polarizado entre sus amigos y sus enemigos.

Por el otro lado está Capriles intentando justamente acabar con el miedo, la polarización y prometiendo que lo bueno del chavismo -los programas sociales y educativos- continuará, pero en un entorno democrático.

No suena mal. El domingo estará a prueba, además de Chávez, el temple y la valentía de los venezolanos.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.