La libertad de prensa en todo el mundo ha caído a su nivel más bajo en una década, denunció un estudio de la organización Freedom House, aparecido hace un par de semanas. Y es que, según el centro de investigación estadounidense, en todas las regiones del mundo se encontró que el año pasado, tanto los gobiernos como los actores privados, atacaron a los periodistas, impidiendo su acceso a los acontecimientos noticiosos, censurándoles el contenido y ordenando sus despidos por motivos políticos.
Esto empeora cuando en su informe anual el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) da cuenta de que el año pasado 211 periodistas estuvieron presos por la labor periodística que desempeñaban, el segundo peor año del que se tenga registro, tras 2012, cuando 232 periodistas permanecieron en la cárcel.
En este escenario de mayor homogeneidad en el ejercicio del periodismo, y por consiguiente, del declive de su influencia en Latinoamérica, todavía se puede vislumbrar una luz a través de un reducido número de medios independientes que luchan contra el poder...
Si bien esta realidad pareciera no ser desconocida, da cuenta de que todavía estamos lejos de despojarnos de una sombra que nos viene atormentando a los periodistas, impidiéndonos ejercer nuestra vocación cívica, la de guardianes de una sociedad que sólo a ratos parece ser más libre y desarrollada.
En Latinoamérica, tampoco vamos en la dirección correcta. Resulta habitual escuchar entre colegas que se han reducido las funciones del periodista a un reporteo sin análisis y profundidad. Plausible o no la autocrítica de que también parte de los periodistas han descansado con ese rol de ser poco más que una correa de transmisión de los hechos, sin intermediación crítica, lo cierto es que también organismos como Freedom House evidencian que en la región el escenario de la prensa ha ido empeorando, a tal punto, que sólo 2% de la población viviría en ambientes con medios libres.
De ese modo, la prensa se ha ido concentrando en un periodismo cuyo principal objetivo es desvelar escándalos y pasajes oscuros de personajes públicos sin otro fin que aumentar las arcas de nuestros empleadores. Asimismo, esto da cuenta de que la prensa ha entrado en crisis debido a la pérdida de identidad. La causa tendría su raíz en las transformaciones que han experimentado los conceptos básicos y fundamentales del periodismo, producto de las nuevas tecnologías, los nuevos modelos de negocios periodísticos, que buscan evitar la pesada carga de una gran redacción y los altos costos de producción y distribución; pero también por el auge de la censura, y de su correlativo, la autocensura.
Sin embargo, en este escenario de mayor homogeneidad en el ejercicio del periodismo, y por consiguiente, del declive de su influencia en Latinoamérica, todavía se puede vislumbrar una luz a través de un reducido número de medios independientes que luchan contra el poder y que tratan de mostrar a la opinión pública investigaciones con un alto estándar de rigurosidad y veracidad.
Un ejemplo ocurre en Chile, con el Centro de Investigación Periodística (Ciper), cuyo objetivo es fiscalizar permanentemente el poder político y económico del país, para fomentar una mejor democracia, políticas públicas de calidad y mayor transparencia entre otros. En Brasil, asimismo, surgió con éxito Agencia Pública, que apuesta por un periodismo e investigación sin fines de lucro, con el fin de mantener su independencia.
Lo esperanzador es que estos dos medios, en conjunto con el Confidencial de Nicaragua, El Faro de El Salvador, El Puercoespín de Argentina, IDL-Reporteros de Perú, La Silla Vacía de Colombia, Plaza Pública de Guatemala y The Clinic de Chile, se unieron para crear una red de medios independientes que contribuya a la sostenibilidad de este modelo periodístico y al desarrollo profesional de sus miembros, a los que se les identifica por su calidad, transparencia e independencia de criterios, respecto de poderes políticos y económicos.
Si bien son sólo diez medios para una extensa Latinoamérica, la aparición de estos centros de investigación se convierte en comprobación de las dificultades que existen en la región para el ejercicio del periodismo, y a la vez en modelo para que otros medios, quizás con más historia y recursos, se sumen o recobren la vocación cívica que los vio nacer.
En AméricaEconomía.com, medio abocado por casi 30 años a contar las historias de negocios y las tendencias regionales, decidimos a través de su plataforma web apoyar a dos de estos diez medios hace cerca de un año, difundir sus excelentes investigaciones y crónicas (Agencia Pública y Plaza Pública), convertirnos también en cómplices de ese compromiso social mayor que adoptamos en la sociedad, porque como dijo el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, “solo puede haber buen gobierno cuando los periodistas tienen libertad para examinar, escrutar y criticar las políticas y las actuaciones”.