La semana pasada arrancó la discusión en la Suprema Corte de EE.UU. sobre la constitucionalidad de la ley SB 1070 de Arizona.
El tema llegó hasta la más alta instancia jurídica del país por una demanda presentada por el gobierno de Estados Unidos en contra del Estado de Arizona.
Para el gobierno, Arizona viola la Constitución al pretender aplicar una ley estatal que sólo es competencia federal porque la política migratoria es, para la administración de Obama, parte de la política exterior, la cual es facultad exclusiva de la federación.
Tanto Obama como Romney van a querer sus votos. Ningunear a la comunidad latina le costó a Russell Pearce, el autor y promotor de la ley SB 1070, su escaño en el Senado el año pasado.
Recordemos que la SB 1070, aprobada en 2010, permite que las policías estatales cuestionen a quienes tienen la apariencia de ser ilegales y, en caso de no poder comprobar su legalidad en el país, la SB 1070 permite el arresto de la persona sin una orden.
Además, la SB 1070 dispone que se califique como un crimen estatal trabajar sin papeles y caminar por las calles sin portar un documento que acredite el estatus legal de la persona en el Estado.
En corto, la SB 1070 permite que por el simple físico de una persona a ésta se le detenga sin más y se le obligue a mostrar en ese mismo momento que no está violando las leyes migratorias.
A eso se le llama racismo. Cuando menos es difícil pensarlo de otra manera. Porque si no es racista pedir papeles en la calle a quien ni la debe ni la teme, pero que resulta tener piel oscura, ser bajo de estatura y vestir sin mucho glamour, entonces ¿qué podemos entender por racismo?
La primera semana de discusión en la Corte no le fue bien a Obama. La resolución final vendrá hasta junio, poco menos de tres meses antes de las elecciones de noviembre.
Éste debería ser visto como un momento de oportunidad para la comunidad hispana en EE.UU. Si la Suprema Corte aprueba la gran parte de las disposiciones de esta controvertida ley, el golpe para la comunidad será brutal.
Hay que recordar que Arizona es uno de varios estados que han estado aprobando estas leyes con medidas tan radicales y raciales.
Pero en un entorno electoral en el que los hispanos son vistos como un segmento clave para ganar las llaves de La Casa Blanca, si los hispanos no se unen ahora, será difícil que lo logren más adelante.
Tanto Obama como Romney van a querer sus votos. Ningunear a la comunidad latina le costó a Russell Pearce, el autor y promotor de la ley SB 1070, su escaño en el Senado el año pasado.
Los hispanos cuentan más allá de su aportación laboral a la economía de Estados Unidos. Y es ahora cuando lo tienen que hacer notar.
*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.