Desde 2009 Grecia ha estado en el epicentro de la crisis del euro, y tras las elecciones parlamentarias de la semana pasada, parece que su salida de la moneda común es inminente. Todos concuerdan en que Grecia no se metió en problemas por gastar muy poco, sino exactamente por lo contrario. Cuando George Papandreou asumió el cargo de primer ministro en octubre de 2009, descubrió que su predecesor conservador había manipulado las cuentas nacionales y le había dejado un enorme déficit fiscal del 12,7% del PIB. El socialista Papandreou se vio entonces forzado a archivar sus promesas de más beneficios sociales y a implementar un programa de austeridad fiscal a cambio de rescates multi-millonarios de la Unión Europea y el FMI.
Dos años y medio después, la situación en Grecia es aún más sombría, con una economía que sigue contrayéndose y un desempleo en continuo aumento. Hoy muchas personas afirman que, a pesar de que el despilfarro fue la causa de los problemas de Grecia, la austeridad está empeorando la situación al recortar el gasto público muy rápido y muy profundo. El editor de la revista Time, Fareed Zakaria, explicó la dinámica en su programa GPS de CNN el pasado domingo:
“El problema es que a medida que estos gobiernos reducen el gasto en economías sumamente deprimidas, esto ha causado que el crecimiento se desacelere aún más -considere que los trabajadores públicos que han sido despedidos tienden a comprar menos bienes y servicios, por ejemplo- y todo esto significa una caída de los ingresos fiscales y por lo tanto, un déficit aún mayor”.
Zakaria no es el único que identifica a la austeridad con recortes en el gasto público e incluso algunos comentaristas dramatizan el término añadiendo adjetivos como “profunda”, “brutal”, “salvaje” o “contraproducente”. Veamos cuán brutales han sido estos recortes en Grecia:
El gasto estatal se ha reducido a aproximadamente su nivel de 2007 en términos nominales, mientras que en términos reales mantiene una tendencia ascendente (al igual que en mis comentarios anteriores sobre Gran Bretaña y Francia, utilizo el deflator del PIB para calcular el gasto en términos reales). Por otro lado, el economista Tyler Cowen de George Mason University señala que en el corto plazo lo que importa es el gasto nominal, puesto que el PIB, la población y la inflación de estos países no están aumentando significativamente. Veamos entonces lo nominal: Entre el 2000 y 2009, el gasto público en Grecia creció a una tasa anual del 7,8%. Luego se redujo en 8,3% en 2010 y en 4,1% en 2011. Esto sin duda es un recorte de gasto, pero está lejos de ser brutal.
Algunos sostienen que no deberíamos ver los niveles absolutos de gasto cuando hablamos de austeridad, sino más bien ver el gasto público como proporción de la economía. En ese sentido, el gasto total del gobierno griego subió del 47,1% del PIB en el año 2000 al 53,8% en 2009 y bajó al 50,3% en 2011-alrededor del nivel que tenía en 2008. Sin embargo, yo no comparto este argumento. ¿Significa entonces que el Estado tiene que gastar una proporción cada vez mayor del PIB para mantener a flote a la economía? ¿No es suficiente con que el Estado consuma la mitad de la producción nacional?
¿Y qué sucede con el argumento de Zakaria acerca del efecto contraproducente que tiene despedir empleados públicos sobre el crecimiento económico? El pasado enero, The Economist estudió la situación de Grecia y señaló que “de los 470.000 personas que han perdido sus empleos desde 2008, ninguno provino del sector público. El servicio civil ha tenido un recorte en sus salarios del 13,5% y algunas reducciones de beneficios, pero no una pérdida neta de empleo”. En cuanto a lo que “austeridad” significa para la mayoría de los griegos, añadió la revista, “desde el primer rescate de Grecia en mayo de 2010, el gobierno ha impuesto la austeridad, aumentando los impuestos a tal nivel que las personas apenas los pueden sufragar”.
No solo The Economist señala la forma en que han subido los impuestos. Incluso el FMI lo ha hecho. En noviembre, Poul Thomsen, jefe de la misión del FMI en Grecia, dijo que el país “ha dependido demasiado de los impuestos y considero que una de las cosas que hemos visto en 2011 es que se alcanzó el límite de lo que se puede lograr por medio del aumento de impuestos”. Desde entonces, Grecia acordó eliminar 15.000 empleos públicos (apenas un 2% de la fuerza laboral del Estado) a cambio de un segundo rescate. Aún así, esa cifra palidece en comparación con el número de personas que han perdido su empleo en el sector privado.
Por lo tanto, la evidencia revela que en Grecia la austeridad ha consistido de aumentos significativos de los impuestos y tímidos recortes del gasto.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog LIbremente del centro de estudios públicos ElCato.org.