Aunque se estima que lograr la equidad de género a nivel mundial podría lograrse dentro de 96 años más, lo cierto es que vivimos un momento donde nunca antes ha existido de manera tan imperiosa una conciencia y una voluntad política para acortar este plazo. La igualdad de género es un derecho humano y un derecho social, y por nuestra historia como país, es un desafío que compartimos con el mundo.

En este contexto, Chile cuenta con una oportunidad privilegiada para implementar la modernización del Acuerdo de Asociación (AA) con la UE, para acortar las brechas de género y lograr una sociedad más inclusiva, tolerante y en pleno respeto con el medio ambiente.

La Unión Europea es líder mundial en igualdad de género, que, con una legislación asertiva y una jurisprudencia avanzada, es un socio y referente para nuestro país. Este acuerdo de última generación permitirá a Chile enfrentar los sesgos y brechas de género, a través del intercambio de buenas prácticas, estrategias nacionales o comunitarias que permitirán la implementación de políticas públicas focalizadas para eliminar la violencia contra mujeres y niñas, mejorar la distribución del trabajo remunerado y no remunerado, entre otras materias relevantes.

Nuestro país tiene una brecha de género del 72,3%, lo que nos sitúa en el lugar 57 del ranking de 152 países. Estamos en octavo lugar en la región. Mientras que, en el Índice de Igualdad de Género, nos sitúa en el lugar 62 de 162 países. Esto implica que no estamos bien encaminados para para cumplir con el Objetivo 5 de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas: “lograr la igualdad de género y empoderar a mujeres y niñas”. Lo anterior no constituye un diagnóstico acotado, pero si una realidad que demanda a que nuestro país utilice las herramientas disponibles para empoderar y amplificar la voz de las mujeres para alcanzar un desarrollo sostenido.

Asimismo, este acuerdo con el bloque comunitario nos permitirá retomar el liderazgo en la región en temas como la implementación de los planes de acción de la Resolución 1325 del C.S. de Naciones Unidas “Mujer, Paz y Seguridad”. Tenemos la tarea pendiente de elaborar un tercer plan de acción, que requerirá la coordinación de nuestros Ministerios de Relaciones Exteriores, de Defensa y de la Mujer y de Equidad de Género. En este tema en específico, podemos contar con la cooperación de España, país líder elegido por el Colegio de Seguridad y Defensa de la UE, para impartir doctrina y experiencias comparadas sobre la Res. 1325.

Pero la amplificación de la voz de las mujeres incluye también su necesario empoderamiento económico. Por ello, el acuerdo Chile-UE recoge y prioriza con un capítulo específico titulado Género y Comercio, esta demanda. Se trata de una política permanente que Chile ha replicado en la firma de todos sus últimos acuerdos comerciales, y que ha sido muy bien recibida por el bloque comunitario, pues éste sostiene que la igualdad de género es una condición esencial de una economía innovadora, competitiva y próspera.