Si algo nos ha enseñado esta coyuntura sin precedentes que aún seguimos superando a diario es que toda crisis puede convertirse en una oportunidad para poner a prueba nuestra capacidad de adaptación, pero, sobre todo, de reinvención de los negocios al nuevo contexto.

Durante estos meses hemos sido testigos de cómo compañías de toda dimensión están transformándose –o acelerando su transformación– para seguir cerca de sus clientes en un periodo de estricto distanciamiento social.

Y es que las necesidades del mercado son otras desde el primer día e inclusive, en periodos de reactivación siguen cambiando: McKinsey publicó a inicios de junio un artículo –basado en una encuesta en 42 países– donde reveló que la mayoría de personas espera que la llegada del COVID-19 siga afectando sus rutinas durante mucho tiempo. En los países más afectados, un 70% anticipa ajustes a sus hábitos durante cuatro meses o más.

La percepción es similar en Latinoamérica. El informe “Impacto del COVID-19 en los consumidores” de Nielsen –que tuvo alcance en 13 mercados de la región– encontró que, de los peruanos encuestados, el 45% cree que esta crisis duraría 3 meses; el 25% entre 4 a 5 meses; y el 30% que considera que se alargará por más de 12 meses.

Los hallazgos de Nielsen también recogen otros datos interesantes: a nivel mundial se están adquiriendo más en diversas categorías como las de antisépticos o máscaras y alimentos listos para comer. En América Latina es igual, y existen cambios drásticos en los hábitos de consumo con gran aumento en las compras de despensas y productos de limpieza.

Entonces, ¿cómo se está atendiendo esta amplia demanda en un contexto de aislamiento social? McKinsey revela que, en todos los países medidos, los consumidores están adoptando soluciones digitales y en línea, así como canales de contacto reducido para obtener bienes y servicios. Si bien la intención de compra es mayor en Estados Unidos, India, Corea del Sur y Japón; Europa y Latinoamérica también están incluidos.

Precisamente en nuestro país el comercio electrónico con despacho puerta a casa es una de las fórmulas que ya existía, pero que ahora se potenció. Aunque este modelo de consumo había mostrado una importante evolución en los últimos años –solo entre 2018 y 2019 creció en un 31% según la Cámara Peruana de Comercio Electrónico– bajo esta coyuntura se ha convertido en una de las principales soluciones para el reencuentro empresa-consumidor final, siendo el nuevo punto de contacto donde se valora la calidad, seguridad y eficiencia de servicio.

Bajo ese contexto, ¿qué retos trae esta nueva forma de proximidad y cómo aportamos desde el sector logístico? Hoy las empresas necesitan cubrir una alta demanda de entregas que se espera sean bajo lo más altos estándares de seguridad y cumpliendo con los plazos establecidos.

En Ransa, por ejemplo, comprendimos rápidamente que el entorno había cambiado y las necesidades de nuestros clientes también. Así fue cómo sucedió la mayor transformación de todas: luego de más de 80 años de experiencia en logística para los sectores de retail, tecnología y minería, entre muchos otros; en menos de 60 días logramos que el servicio de última milla, que desde hace un par de años brindamos a estas industrias, se extendiera para acompañar a diversas empresas de consumo que se están reinventando para llegar hasta la puerta de sus consumidores.

Ya habíamos avanzado mucho en procesos, cultura y digitalización, pero de repente vimos cómo, en medio de una cuarentena global, nacía el mayor acelerador de nuestros objetivos de transformación.

Aparte del rol esencial de las personas, la tecnología es una gran habilitadora en todos los procesos logísticos, pues permite llevar la trazabilidad de cada ruta, monitorear, y revisar el estado de las entregas mediante un sistema digital. Hoy más que nunca el servicio de home delivery debe ajustarse a las necesidades de los clientes y sus consumidores, mientras se brinda eficiencia, ahorro en tiempo y costos porque el transporte de los productos se realiza directamente desde el punto de producción o almacenamiento hasta los hogares.

Por supuesto hay muchos retos en la coyuntura del COVID-19, el más importante es garantizar entregas seguras, ahí está la mayor responsabilidad y el principal diferencial. Todo parte del cumplimiento estricto de protocolos para resguardar la salud y seguridad de los trabajadores, de brindarles los elementos de protección que necesitan, seguir los lineamientos de desinfección y de mucha capacitación para mitigar cualquier riesgo en toda la cadena de suministro.

Sabemos que todo esto es solo el inicio, seguramente muchos negocios más tendrán que cambiar su forma de operar para subsistir y los operadores logísticos tenemos el desafío de estar ahí, entendiéndolos y adaptándonos rápidamente para brindarles soluciones ágiles ajustadas a sus procesos de reinvención que les permitan seguir acercándolos a sus consumidores finales en medio de una coyuntura de distanciamiento social.