El 1 de enero de 2023 el Mercado Único Europeo cumple 30 años de vigencia. Un aniversario de gran importancia que probablemente no reciba la atención que merece en unos tiempos en los que la invasión de Ucrania por Rusia, el aumento de la inflación, la escasez energética y el temor a una crisis económica ocupan las primeras planas de los periódicos. 

Una época de incertidumbre en la que el mercado único europeo ha funcionado como escudo protector  para los países miembros y sus ciudadanos. Sería un ejercicio muy interesante especular sobre la realidad que enfrentaría actualmente Europa de no haber existido un mercado interno europeo, y las instituciones que lo sustentan, tras unas décadas que han encadenado momentos como la crisis financiera mundial de 2008, la pandemia del COVID y finalmente la agresión militar rusa a Ucrania, sin olvidar el ascenso de China. 

La Unión Europea es una entidad política singular, ya no dispone de un ejército unificado ni fuerte, al menos por el momento, para resolver conflictos bélicos ni defender sus intereses en otros ámbitos. Cuenta sin embargo con el tercer mayor mercado interior del mundo, tras el de Estados Unidos y China, para hacer valer su voz en el mundo.   

Esta potencia comercial, junto a su liderazgo global en el desarrollo de normas y leyes en ámbitos como las nuevas tecnologías o los datos, le permite mantener una influencia en el mundo en niveles muy por encima de la que tendrían cada país miembro por separado. El mercado único europeo es más fuerte que la suma de sus partes. 

Con cerca de 500 millones de habitantes y un PIB que rondará los US$ 18.000 billones, se convirtió en realidad el 1 de enero de 1993 al cumplirse el plazo máximo consagrado en el Acta Única Europea de 1986 para su consolidación. Desde entonces las personas, los bienes, los servicios y el capital pueden circular libremente por los 27 estados miembros de la Unión Europea sin restricciones. 

Un éxito a nivel económico, pero igualmente político y humano, que haría bien en celebrarse y recordarse en este arranque de 2023.Por supuesto en Europa, pero también por aquellos que apuesta por un orden internacional basado en las leyes y la negociación. Año por casualidad algunos procesos de integración latinoamericanos, como la Comunidad Andina, el SICA o el Mercosur buscan, frecuentemente, inspiración en su antecesor europeo. 

Nunca en la historia de la humanidad tantos Estados habían acordado unirse en un proyecto compartido de forma pacífica y en igualdad de condiciones. Existieron grandes áreas comerciales y uniones políticas en el pasado como los diferentes imperios que dominaron y determinaron la vida de sus habitantes en diferentes siglos y lugares. El Imperio Inglés, el Inca o las grandes dinastías chinas son algunos ejemplos, pero por lo general fueron creados por las armas y no siempre ofreciendo los mismos derechos a quienes estaban bajo su control. 

Algo tan utópico como que un finlandés pudiera vivir y trabajar en Portugal, un irlandés invertir en Grecia, una empresa belga vender sus productos en Sicilia o una consultora tecnológica española ofrecer sus servicios en Dinamarca se convirtió en realidad hace ahora 30 años. 

Por supuesto, no todo ha sido un camino de rosas. La Unión Europea, el cuerpo político detrás del mercado único europeo, ha enfrentado constantes retos y adversidades que recuerdan la necesidad de cuidar y reforzar constantemente un proyecto tan novedoso.  

Retos tanto internos, como la crisis financiera de la eurozona que puso en jaque la supervivencia del proyecto de moneda única, o de otra naturaleza como la crisis de la COVID que en sus peores momentos llegó a amenazar la libre circulación de mercancías por la intención de algunos países de prohibir la exportación de ciertas mercancías necesarias para combatir al virus.  

Y por supuesto amenazas externas como la invasión rusa de Ucrania que tiene mucho de mensaje directo al resto de Europa. Aunque quizás, el desafío más importante fue gestionar la salida del Reino Unido y de cuya salida efectiva del mercado único europeo se cumplirán también dos años  el primero de enero de 2023. 

Gran Bretaña rompió con un mercado común al que aspiran integrarse Ucrania, las repúblicas balcánicas y al que tienen acceso Noruega e Islandia

Desde hace dos años los ciudadanos del Reino Unido ya no pueden instalarse libremente en Europa. El gobierno británico tiene que afanarse en firmar nuevos contratos de libre comercio en un mundo cada vez más convulso y en un momento en el que el comercio mundial se ralentiza. Y muchos sectores de su economía sufren escasez de trabajadores por la salida de ciudadanos europeos, al mismo tiempo que los flujos de inmigración ilegal aumentan. 

Durante el pasado año 2022 los británicos tuvieron tres primeros ministros diferentes, la capitalización de la bolsa de Londres fue menor que la de París por primera vez en décadas, la política económica de Liz Truss provocó el pánico financiero en el país y Escocia, que votó a favor de permanecer en la UE, se plantea un nuevo referéndum de independencia. En Irlanda del Norte, que irónicamente aún permanece integrada en el mercado único europeo, la tensión ha vuelto a la política. 

Aunque el solapamiento del Brexit pandemia mundial de la COVID y la guerra entre Rusia y Ucrania hace muy difícil analizar al detalle el origen de los problemas actuales del Reino Unido, resulta difícil creer que las cosas le hubieran podido ir peor de haber permanecido en la Unión Europea y uno de sus principales activos, el mercado único europeo en el que igualmente están integrados Noruega e Islandia mediante el acuerdo del Espacio Económico Europeo. 

El mercado interior, la mayor palanca de poder europeo

El mercado interior europeo cumple tres décadas de éxito en el impulso de la libre circulación de personas, capitales, productos y bienes dentro del viejo continente. Un periodo en el que también ha demostrado ser una herramienta útil para la defensa de los intereses europeos en un concierto internacional cada vez más complejo y con actores en ascenso crecientemente asertivos, tanto estatales como de otra naturaleza (grandes tecnológicas, etc.).  

Igualmente ha demostrado ser una herramienta para proyectar los valores democráticos más allá de sus fronteras. Ucrania solicitó la adhesión a la UE en febrero de 2022 y obtuvo el estatuto de país candidato a la UE pocos meses más tarde, sumándose así a países como Moldavia, Montenegro, Bosnia Herzegovina, Macedonia del Norte que también aspiran a la unión política con la UE y a formar parte de su mercado único.  

El mercado común europeo cumple tres décadas de andadura con positivos resultados.  Y lo hará precisamente el día en que Croacia se convertirá en el vigésimo país en adoptar el euro.